En el pueblo del hombre llamado el Loco, este llevaba en
sus manos una pequeña muñeca de trapo, sucia, raída; mas el loco la miraba
como si quizás alguna vez aquella muñeca hubiese estado viva. Y lloraba y
lloraba que el corazón desgarraba y en su llanto decía: " Han matado mi
primavera, han oscurecido la luz del día, bestias, monstruos despiadados.
¡ Como se han ensañado ! ¡ Como se han ensañado! "
Y aquel loco lloraba y lloraba y no paraba de llorar. Y la gente se fue
acercando y entonces le dijeron: " ¿Por que tanto alboroto por una simple
muñeca de trapo? ¿Acaso no te puedes conseguir otra? ¿O es que estas loco
de verdad? "
Algunos se rieron, otros solo miraban como contemplando un espectáculo de
circo. Luego hubo como un silencio que pareció durar mucho tiempo y
rompiese el silencio y aquel loco dijo entonces: " ¡ Que poca comprensión!
¡Que poco corazón! Nadie puede reemplazarla. Son ustedes los criminales,
son ustedes los inmorales, son sus manos y sus bocas, las que hirieron de
muerte a mí ahora muñeca rota. Ustedes no lo quieren comprender, ustedes
no lo pueden comprender. Mi luz, mi sol, mi ahora muñeca rota. No fue
siempre así, pero ustedes no la supieron comprender. "
Entonces la gente se fue yendo y solo quedo una sola persona delante de
aquel loco, una persona cualquiera que tal vez compadeciéndose quiso decir
algo más. Y entonces le pregunto a aquel loco: Tu muñeca rota, ¿como se
llamaba tú muñeca rota?
Y entre sollozos, el Loco contesto: " Se llamaba Justicia. " |